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Candidatos al Pueblo Ejemplar 2014

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Los vaqueiros de alzada, candidatos al pueblo ejemplar 2015

Los vaqueiros de alzada de Asturias constituyen un grupo humano asturiano de profundas raíces y costumbres ancestrales cuyos orígenes aun son motivo de estudios. Los vaqueiros de alzada han sido y son los verdaderos guardianes del paraíso natural que es hoy Asturias. Su actividad ganadera y los amplios pastos por los que han transitado durante siglos en la trashumancia contribuyen a conservar intacta una naturaleza que hoy es el mayor patrimonio de los asturianos.

El Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias se ha constituido a lo largo de sus ediciones en una de las iniciativas de la Fundación de más amplia y mejor acogida dentro del Principado, al estar destinado a galardonar “al pueblo, aldea, núcleo de población, espacio paisajístico o grupo humano del Principado de Asturias que haya destacado de modo notable en la defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, en iniciativas de impulso económico y social o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad sobresalientes”.

El Reglamento del galardón establece que podrán presentar candidaturas al Premio las instituciones, centros culturales, asociaciones de vecinos, entidades, empresas, así como los ciudadanos que lo deseen.

Pueblo Ejemplar

La naturaleza y la vida de los vaqueiros se funden en una larga historia que ha marcado la forma de ser de estas gentes nobles, amantes de su libertad y laboriosas a lo largo de toda Asturias y especialmente en el occidente. Un colectivo que tiene por bandera la libertad dada su plena convivencia con la naturaleza lo que sin duda le granjeó conflictos y discriminaciones sufridas desde la edad media, bien por la falta de pago en los diezmos o por el carácter trashumante de los vaqueiros.

Gaspar Melchor de Jovellanos definió a los habitantes de las brañas como “vaqueiros” porque vivían de la cría de ganado vacuno, y “de alzada” porque su asiento no es fijo, sino que “alzan” su morada y residencia para emigrar anualmente, al llegar la primavera, con sus familias y ganados a los altos pastos. Los vaqueiros rigen su vida y costumbres en una mágica comunión con la naturaleza. Para el mes de mayo las familias subían con el ganado hasta las montañas del interior en busca de frescos prados para regresar de cara al invierno a las brañas más próximas a la costa donde las comunidades vaqueiras desarrollaban sus actividades. Hay dos fechas que marcan el inicio y fin de la alzada: San Miguel de Mayo y San Miguel de Septiembre.

Llegada esta fecha los vaqueiros regresan de las altas montañas del interior a las zonas bajas junto a la costa. La revolución de los transportes ha afectado, lógicamente, a este viaje entre las brañas, que ahora se hace con medios motorizados, subiendo y bajando el ganado y los enseres con camiones, en vez de formar esas procesiones en las que antaño las familias enteras con sus enseres practicaban la trashumancia.

La cultura vaqueira se centra principalmente en costumbres, bailes, vestimenta y un amplio folklore que se conservaban aun hoy en las brañas sin influencias externas. También destaca el sentido solidario del vaqueiro que está recogido por Acevedo que narra como en todas las brañas existía el cargo de celador de la caridad que se ejercía por turno entre todos los vecinos. Su misión era la de socorrer a los pobres y transeúntes que pasaran por la braña, ofreciéndoles cama y comida para que continuasen viaje.

Jovellanos, con su entusiasmo ilustrado, los describe en sus cartas como el pueblo más libre de la tierra; “Créame usted, amigo mío, estas gentes lo serían del todo, y su independencia será la medida de su felicidad, si con tantas precauciones no los forzase todavía la necesidad a buscar otros medios de subsistir una fortuna más amarga y ganada con mayor afán. Los vaqueiros de alzada constituyen una de las culturas vivas más importantes de Asturias por su inalterable variación a lo largo de los siglos y pese a las discriminaciones sufridas por la Iglesia y los xaldos, población asentada en las zonas agrícolas de Asturias desde la edad media.

Los vaqueiros se extienden por todo el occidente de Asturias y en la actualidad se les reconoce por sus apellidos Gayo, Cano, Feito, Garrido, Barrero, Parrondo, Freige, entre otros.

Asociacion Cultural Vaqueiros de alzada

gonzalo gayo
Argumoso. /G.Gayo

Los vaqueiros de alzada constituyen una de las culturas vivas más importantes de Asturias por su inalterable variación a lo largo de los siglos pese a las discriminaciones sufridas por la Iglesia y los xaldos, población asentada en las zonas agrícolas de Asturias desde la edad media. La cultura vaqueira debe ser motivo de apoyo en la recuperación de valores y tradiciones para las futuras generaciones.

Los vaqueiros se extienden por todo el Occidente de Asturias, el norte de León y parte de Galicia asi como en una amplia diáspora en el resto de España y America que supera ya el 50% de la población total vaqueira.A los vaqueiros se les identifica por apellidos propios entre los que destaca Gayo, Cano, Feito, Garrido, Barrero, Parrondo, Freige, entre otros.

En la Casa de la Cultura de Tineo constituimos hace catorce años la Asociación de Vaqueiros de Alzada (año 2.000) con el objeto de recuperar costumbres, tradiciones y el orgullo vaqueiro Ademas de difundir su conocimiento en la pagina web www.vaqueiros.es y redes sociales, charlas, jornadas y en proyecto la elaboración de un libro con el testimonio de nuestros mayores vaqueiros. También hemos desarrollado una amplia difusión de la cultura vaqueira a través de las redes sociales como Facebook, Youtube o Twitter a través del grupo Vaqueiros de Asturias que cuenta con más de 4.400 miembros en agosto de 2014 a los que se les informa de actividades e iniciativas y generan un importante feedback en el que todos aprendemos de todos sobre las costumbres vaqueiras. Gracias a las nuevas tecnologías e Internet numerosos ciudadanos en el mundo están recuperando el conocimiento y conciencia de sus orígenes vaqueiros, especialmente en Argentina, Cuba y en el resto de España.

Profundas raices

vaqueiros

Los vaqueiros de alzada de Asturias constituyen un grupo humano asturiano de profundas raíces y costumbres ancestrales. Los vaqueiros de alzada han sido y son los guardianes del paraíso natural en el Occidente de Asturias. Su actividad ganadera y los amplios pastos por los que han transitado durante siglos en la trashumancia contribuyen a conservar intacta una naturaleza que hoy es el mayor patrimonio de los asturianos.

Los vaqueiros de alzada han sido durante siglos guardianes del paraíso natural y su estilo de vida durante siglos en comunión con la naturaleza les ha hechos ser amantes de su libertad y defensores de su cultura y tradiciones ancestrales que hoy perviven y deben ser transmitidas a las futuras generaciones.

La naturaleza y la vida de los vaqueiros se funden en una larga historia que ha marcado la forma de ser gentes nobles, amantes de su libertad y laboriosas a lo largo de toda Asturias y especialmente en el occidente. Un colectivo que tuvo por bandera la libertad dada su plena convivencia con la naturaleza lo que sin duda le granjeó conflictos y discriminaciones sufridas en la edad media, bien por la falta de pago en los diezmos o por el carácter trashumante de los vaqueiros. Gaspar Melchor de Jovellanos definió a los habitantes de las brañas como “vaqueiros” porque vivían de la cría de ganado vacuno, y “de alzada” porque su asiento no es fijo, sino que “alzan” su morada y residencia para emigrar anualmente, al llegar la primavera, con sus familias y ganados a los altos pastos.

De San Miguel a San Miguel

vaqueiras de Tineo
Vaqueirada, vecinos de Argumoso. /G.Gayo

Los vaqueiros rigen su vida y costumbres en una mágica comunión con la naturaleza. Para el mes de mayo las familias suben con el ganado hasta las montañas del interior en busca de frescos prados para regresar de cara al invierno a las brañas más próximas a la costa donde las comunidades vaqueiras desarrollaban sus actividades. Hay dos fechas que marcan el inicio y fin de la alzada: San Miguel de Mayo y San Miguel de Septiembre.

Llegado el otoño los vaqueiros regresan de las altas montañas del interior a las zonas bajas junto a la costa. La revolución de los transportes ha afectado, lógicamente, a este viaje entre las brañas, que ahora se hace con medios motorizados, subiendo y bajando el ganado y los enseres con camiones, en vez de formar esas procesiones en las que antaño las familias enteras con sus enseres practicaban la trashumancia.

La cultura vaqueira se desarrolla en pleno contacto con la naturaleza, en un profundo sentimiento de comunidad acrecentado por la discriminacion sufrida por la iglesia y la poblacion xalda. La cultura se transmite de forma oral, de generación en generación y desde tiempos inmemoriales por lo que debería ser protegida para preservar a las futuras generaciones sus costumbres, valores, bailes, vestimenta y un amplio folklore que se conservaban aun hoy en las brañas sin influencias externas. También destaca los valores que rigen a los vaqueiros con su profundo sentido de la libertad que le proporciona el contacto la naturaleza, su carácter solidario y un profundo sentido de la justicia.

El caráctrer solidario de los vaqueiros lo recoge Acevedo Huelves que narra como en todas las brañas existía el cargo de celador de la caridad que se ejercía por turno entre todos los vecinos. Su misión era la de socorrer a los pobres y transeúntes que pasaran por la braña, ofreciéndoles cama y comida para que continuasen viaje.

También Jovellanos, con su entusiasmo ilustrado, describe en sus cartas como el pueblo más libre de la tierra; “Créame usted, amigo mío, estas gentes lo serían del todo, y su independencia será la medida de su felicidad, si con tantas precauciones no los forzase todavía la necesidad a buscar otros medios de subsistir una fortuna más amarga y ganada con mayor afán”.

Algunas de las brañas vaqueiras más conocidas son Argumoso, Carlangas, Las Tabiernas, Bustellan, Lago, Brañaseca, La Rondiella, Gallinero, Busfrío, Llendepín, La Bordinga, La Puerca, Teixidiello, Lendepeña, Arcallana,Los Gayuelos. etc. Los vaqueiros poseen además apellidos propios como Ardura, Acero, Antón, Arnaldo, Berdasco, Calzón, Cano, Blasón, Gancedo, Parrondo, Riesgo, Redruello, Mayo, Sirgo, Gavilán. Gayo, Feito y Garrido. Dicen los cantares vaqueiros que “Antes que Dios fuera Dios y el sol diese nestos riscos, ya los Feitos eran Feitos y los Garridos, Garridos”.

Discriminacion y falta de unión

Artiestebano

El vaqueiro vive por y para sus vacas. Toda su existencia está supeditada a que su ganado prospere, y para ello organiza su vida en función de las necesidades de éste. Los vaqueiros de alzada pasan el invierno y parte del otoño en sus brañas para, en primavera, desplazarse a otras zonas más altas, donde el ganado encontrará prados de jugosas hierbas. Además, aquí tendrá ocasión de recoger los excedentes de esta vegetación, que podrá, una vez convertido en heno, almacenar y guardar para el próximo invierno.

Parte de esta hierba que alimenta su ganado crece de forma espontánea, pero otra, sobre todo la de los aledaños de las brañas, es cultivada con tesón. Para ello delimitan y estercolan sus parcelas, y, cuando lo creen conveniente, siegan los prados con objeto de almacenar la hierba. En esto también, sus costumbres son muy similares a las de los pasiegos.

En lo que sí difieren es en la constitución y estructuración de su sociedad. Pasiegos y vaqueiros forman pequeñas sociedades al margen, que poco o nada se mezclan con el resto. Mientras los pasiegos ocupan una zona determinada, y todos los vecinos dentro de este perímetro son y se sienten pasiegos, en contraposición con los de otras zonas o comarcas, los vaqueiros viven diseminados en pequeños asentamientos o brañas. Lo que hace diferentes a todos los demás, es que estas brañas, lejos de mantener cualquier tipo de comunicación o estructura común, se comporta de forma totalmente independiente frente a las otras. Como observa Jovellanos, cada pueblo, reducido a sus términos y contento con su sola sociedad, vive separado del resto sin que entre ellos se advierta relación, inteligencia, trato ni comunicación alguna.

El autor achaca todos los males de los vaqueiros a esta falta de conciencia grupal de sus individuos, por lo que escribe a renglón seguido: “Acaso por esto no han podido hasta ahora vencer la aversión y desprecio con que generalmente son mirados. Nunca se congregan, jamás se confabulan, no conocen la acción ni el interés común; y de ahí es que, defendiéndose por partes, siempre separados y nunca reunidos, la resistencia de cada uno no puede vencer el influjo de los aldeanos, que conspiran a una a menospreciarlos y envilecerlos”.

También Francisco Feo comparte esta opinión y señala que la falta de unión para enfrentarse a su postergación hizo que ésta perdurase, pues los intentos realizados para superarla siempre fueron llevados a cabo por un individuo concreto o una familia y nunca por la totalidad de los brañeros pertenecientes a una determinada parroquia.

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Sin embargo, esto, con ser cierto, no ocurre siempre así, pues ante determinadas circunstancias –sobre todo las más adversas-, hacen causa común con objeto de defender sus derechos colectivos. Este sería el caso, por ejemplo, de la multitud de pleitos que se originaron en el S.XVIII y se prolongaron en el S.XIX, a causa de la utilización de los templos, del impedimento a llevar pendones en las procesiones o de ubicaciones fúnebres discriminatorias.

Dado su estilo de vida, que no les permitía vivir en comunidad, sino alejados unos de otros diseminados en brañas, cañadas y prados, tampoco podían desarrollar una verdadera vida social, salvo en núcleos muy reducidos, acaso unas pocas familias estrechamente emparentadas que habitaban la misma braña o, como mucho, alguna otra cercana. En estas circunstancias, los lazos que unían a cada individuo con sus paisanos de braña eran muy fuertes. Además, todos ellos se sabían en el punto de mira de la maledicencia de los xaldos, por lo que, de tener que tratar con ellos, preferían siempre hacerlo en grupo o arropados por el clan familiar.

Así, cuando bajaban a la aldea, por norma durante las fiestas o en fechas señaladas, acudían todos juntos y se comportaban con recato, corrección e incluso generosidad. María Cátedra cuenta que cuando los vaqueiros bajan a la aldea lo hacen en grupo. Fiestas tradicionales, entierros de vaqueiros o ferias de ganado son las ocasiones que los reúnen. La iglesia, el baile y sobre todo los “chigres”, las tabernas, son los lugares donde se congregan.(…) Es muy importante alternar con todos e invitarse mutuamente a un vaso de vino.

En la braña no hay mucho espacio para la fiesta, salvo aquellas que acompañan a las ferias ganaderas, y que generalmente se desarrollan en aldeas, en las que, además de la compra-venta de animales -y en menor medida de otros productos (sobre todo quesos y demás lácteos)-, se organizan bailes y otras francachelas.

Estas ocasiones son ideales para que mozos y mozas se conozcan y emparejen. También para que se encuentren familiares y amigos que, de otra forma, apenas se verían. En ocasiones, para iniciar o cerrar negocios ajenos al propio trato del ganado, concertar matrimonios, discutir diversas cuestiones e, incluso, hasta hace no mucho tiempo, contratar los servicios de los célebres “maestros temporeros”, mitad músicos, mitad maestros, que enseñaban a los pequeños de la braña un poco de leer y un poco de las cuatro reglas en el tiempo libre de las faenas de la casa, y además animaban con su música las fiestas y filazones de los mayores.

Las otras fiestas vaqueiras eran mayormente de carácter religioso, con algunas celebraciones especiales, como el día de San Antonio –santo favorito de los vaqueiros- o el día de la Virgen del Acebo, que es la patrona. Curiosamente, esta celebración tiene un aire de desafío y de distanciamiento con el resto de los asturianos, que ese mismo día celebran el día de su patrona, la Virgen de Covadonga.

Quizás, como modo de reafirmarse más en su diferencia, los vaqueiros perpetuaron durante siglos estas y otras costumbres. Algunas de ellas, compartidas en la antigüedad por los xaldos, no tenían nada de especial en su día, salvo que, con el tiempo, acabaron por resultar anacrónicas y se les atribuyeron como propias a los vaqueiros.

Según Ramón Baragaño, muchas costumbres que se han creído exclusivas de los vaqueiros (…) se encuentran también fuera de la comarca de las brañas, y si están más arraigadas en esta últimas, es debido a la vida arcaizante que han mantenido hasta fechas aún recientes los vaqueiros.(…) Todas estas circunstancias han hecho que entre ellos perdure el folclore con más vigor y pureza que entre los xaldos.

Un pueblo libre

Este podría ser el caso de su forma de vestir o de ciertas particularidades lingüísticas. Pero lo que siempre les diferenció y donde se encuentra la raíz de su modo de vida es en su faceta ganadera. Las necesidades de su cabaña son las que marcan la vida del vaqueiro. Todo gira en torno a las vacas y todo se organiza de acuerdo con lo que precisan éstas. Si hay que subir al prado más fresco para que encuentren la mejor hierba, se sube. Si hay que atravesar o invadir tierras ajenas para llegar al puerto, se busca el camino. Si hay que enfrentarse al resto de la sociedad para mantener a su ganado como mejor cree, no se vacila un instante.

Además, la vida ganadera ofrece una libertad que no tiene el xaldo, generalmente un pechero incapaz de desplazarse unos cientos de metros de la parcela de tierra a la que está ligado. El vaqueiro no conoce más autoridad que la suya. En su vida no hay nobles ni Iglesia ni calendario. El día que quiere hacer fiesta, es fiesta. Y decide dónde, cuándo y cómo trabajar: lujos imposibles para un sedentario aldeano, que le observa con recelo e incluso un asomo de envidia. Para él, el vaqueiro está en el monte con el ganado haciendo lo que quiere.

Vaqueiros de alzada

Pero, aparte de estas labores ganaderas, otra de las actividades reseñables de los vaqueiros es la arriería. Para ello, se valen de mulas y caballos, pero nunca utilizan carros al estilo maragato, sobre todo porque el recorrido trazado para sus idas y venidas a través de las montañas, impediría en muchos casos emplear estos vehículos. Debemos pensar que las rutas en camino llano, las que surcaban Castilla y enlazaban con Galicia, eran patrimonio sobre todo de los maragatos, especialistas en mover grandes cantidades y género valioso, en ocasiones a distancias considerables. La trajinería de los vaqueiros era, en general, de carácter mucho más modesto, más similar a la practicada por otros asturianos, los caldereros de Miranda.

Vaqueiros de alzada

No obstante, Ángel Ardura nos cuenta cómo algunas brañas del concejo de Tineo eran atravesadas camino de Luarca por las reatas de muleros que transportaban el vino de Cangas y León y retornaban con maíz o sal. Y continúa con algo bastante insólito, aunque señala que no era mayoritaria la actividad y que se produce a finales del S.XIX, lo que coincidiría con la decadencia del trasiego maragato, y la decadencia misma del sistema de alzada practicado por los vaqueiros durante siglos.

Según esto, por dichas fechas, ciertos vaqueiros de Las Luiñas, transportaban personas a Madrid con la doble modalidad de “doble burra” y “burra entera”, en la que la persona contratante tenía derecho a disfrutar de la caballería todo el recorrido o solamente la mitad.

Pero, pese a la importancia que para muchos vaqueiros tuvo la actividad arriera, este fenómeno está escasamente estudiado y, en consecuencia, poco documentado. Aunque todos o casi todos los autores que escriben sobre los vaqueiros lo mencionan, pocos son los que ofrecen datos concretos, cuando todo apunta a que esta actividad constituye por sí misma una de las causas que desencadenase la animadversión que se les profesó.

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También Adolfo García Martínez hace hincapié en esta cuestión de la arriería y declara que muchos vaqueiros formaron recuas y dedicaron su actividad al transporte de mercancías de uno a otro lugar, al estilo maragato. Incluso razona acerca de lo “problemática” que resultaba esta ocupación, por el hecho de estar mal vista, como ya hemos indicado:

“El hecho mismo de que sus orígenes se relacionasen con judíos tal vez haya tenido en este tipo de actividades un importante punto de apoyo, ya que se trataba de oficios mal vistos entonces y propios de otras etnias. Algo parecido sucede también con otros grupos similares de la cornisa cantábrica, como fue el caso de los pasiegos de Santander”.

Otro de los aspectos relevantes para entender el universo vaqueiro es el de sus particularidades culturales.

Las más notables, aparte de sus creencias en el plano religioso y mágico, de las cuales nos ocuparemos pronto, son las referidas a su folclore y a su dialecto.

Donde vaya la vaca blanca

Brañas vaqueiras

Sobre el origen de los vaqueiros podría decirse que la localización geográfica de los distintos clanes vaqueiros coincide con el territorio ocupado anteriormente por las tribus pésicas que poblaron la tierra asturiana durante la época castreña si bien la primera referencia a brañas data del 780, año en que Adelgaster dona varias al monasterio de Santa María de Obona. Los vaqueiros estuvieron presentes prácticamente en la totalidad de los concejos asturianos aunque habría que decir que la gran mayoría de los clanes se asentaron en las parroquias pertenecientes a los concejos occidentales e interiores del Principado en torno a pequeñas aldeas dispersas llamadas brañas.

El término braña hace referencia al hebreo branna, pasto de verano, y a la palabra brano que en bable es estación veraniega. Actualmente las mejores conservadas se encuentran en los concejos de Tineo, Valdés, Cudillero, Villallón, Somiedo y Cangas de Narcea.

Las brañas están ubicadas en las laderas de los valles y suelen estar rodeadas de campos ricos en pastos y abundantes recursos acuíferos, donde el ganado se alimenta en semilibertad. Aunque la compleja tipología de las brañas se ve influida por las distintas evoluciones de estas rudimentarias construcciones a lo largo de la historia y por las variaciones en el tamaño, estas se pueden clasificar básicamente en dos tipos. Las habitadas durante los meses de verano y las de invierno.

Cercadas en algunos casos por muros de piedra, estas propiedades albergan en su interior unas de las construcciones más interesantes y arcaicas de toda la Península Ibérica. Además, hay una característica muy común, las brañas están situadas en zonas con grandes pendientes y desniveles en un principio por su caracter defensivo evitando así las constantes invasiones que sufrian las poblaciones de la costa. Esto influye tambien en el modo de vida, aprovechándose los terrenos principalmente para el pasto del ganado y de forma secundaria para la agricultura. La altura y las características de los suelos marcan el modo de vida aislados del resto de poblaciones en la costa y dedicandose en exclusiva a la ganaderia y el comercio de mercancías con Leon.

las zonas altas es mas difícil dedicarse a cultivar, porque las condiciones no son las mas idóneas. Por eso los vaqueiros siempre se dedicaron a la cría de ganado como actividad principal para poder subsistir. Hay algo muy común dentro de las brañas, y es el cuidado y el abonado de los prados, que hacia que estos obtuvieran un rendimiento mucho mayor del que se le podía esperar.

Vaqueiros en Tineo

Donde la vaca blanca vaya a hacer su enfoscada allí iremos nosotros a hacer nuestra morada.

Braña es el nombre que recibe en Asturias el emplazamiento en las montañas, propio del vaqueiro. Estas brañas suelen ser pequeños poblados ubicados en mínimas explanadas en medio del monte, a una altura considerable, y cuyo número de hogares no supera el medio centenar. En las brañas, el vaqueiro pasa el invierno y cultiva hierva y ocasionalmente patata, además de criar ganado, su ocupación principal. Su cabaña es esencialmente vacuna, aunque también suele dedicarse a la lanar y caballar. Algunas familias mantienen, además, algún cerdo, como complemento alimenticio

La casa vaqueira típica se construye de piedra, con una cubierta vegetal. Son los llamados teitos que abundan en Somiedo y que Los principes de Asturias visitaron en Villar de Vildas, en cuyo acto tuvimos ocasion de entregar la maxima distinticion de la Asociacion Cultural Vaqueiros de Alzada La Brañina a la Princesa Letizia ya que amablemente habiamos sido invitados al acto por el alcalde de Somiedo, por lo que aprovechamos el acto para entregarle personalmente la distincion a la princesa.

La vivienda típica vaqueira tiene el techo de paja, generalmente de centeno, de forma cónica que descansa sobre un muro de piedras sin argamasa. Tienen unas pocas y pequeñas ventanas, y la estructura es sobria y pesada. Cada casa tiene su propio espacio. Su emplazamiento en la aldea queda condicionado únicamente por la riqueza del terreno, sobre todo en los pueblos de verano. Normalmente, las casas vaqueiras aparecen disgregadas, separadas unas de otras, contrastando esto con las aldeas de xaldos o marnuetos, donde el poblamiento es más concentrado. La parte más importante de la vivienda vaqueira es la cuadra. Cuando se construye una nueva vivienda, la forma y el tamaño van siempre en relación con el espacio necesario para el ganado.

En las brañas somedanas, desperdigadas entre paisajes y leyendas, hay según se cree, mas del medio millar de cabanas de teito de escoba, algunas de las cuales tratan de mantener en pie a sus propietarios, rehabilitandolas de acuerdo a un plan autonómico de conservación. Las construcciones milenarias emergiendo en medio de paisajes como si de indescifrables poblados se tratara, son herederos de la tradición más antigua del Principado, la de las tribus satures, pésicas y lugones celtizadas que los romanos quisieron hacer desaparecer de la historia.